miércoles, 3 de octubre de 2018

No lo creo, Rick

He comprendido, al fin, de qué van estos "ciclos depresivos" según insisto en llamarles: no se tratan sino del momento de claridad pura sobre mi situación actual. Una que no consigo controlar y, para la cual, todos tienen la solución precisa.
Ante lo cual veo diferentes consideraciones:
1. Todos son normales y yo anormal.
2. Todos son genios y yo un retrasado.
3. Todos tienen la respuesta a cada problema y yo un No para cada oportunidad.
Puedo seguir. Pero creo que he dejado claro el punto.
Lo que no he precisado es a qué me refiero con "momento de claridad". Bien. Según parece, me he anestesiado de los sucesos como vienen. Me sujeto a la idea de que no puedo salir del lugar donde actualmente vivo mientras no tenga un segundo ingreso que me permita rentar una cama donde dejar caer mis (preocupantemente) contínuas jaquecas: Es para ello que vengo a esta casa donde últimamente no me siento cómodo. Para dormir. Procuro existir lo más posible fuera de este espacio pues, lejos de un refugio, se ha transformado en un constante recordatorio de mi precaria capacidad económica.
No abundaré en detalles.
¿Mencioné un segundo ingreso? Bueno. Eso se debe a que el actual no alcanza para maldita la cosa.
¿Por que no cambio de empleo como me recomiendan? Miedo. Miedo principalmente. No. No es miedo. Es la completa convicción de que no tengo capacidad de hacer otra cosa que no sea hacerme pendejo durante el periodo de tiempo que abarca la entrada y salida de cualquier lugar donde se requiera el minimo de disposición para aprender. Ya no digamos para superar mis cualidades de "trabajo en equipo; entrega de resultados bajo presión; iniciativa y don de gente". O, como yo lo entiendo, "sin quejas por no cobrar los primeros tres meses de capacitación; cobrar por comisiones; jamás quejarse y ser fuerza de ventas".
¿Y por qué diablos no haces algo más?
Verán. Históricamente, jamás he atinado con cualquier negocio que intento. Estos dias me aferro con las uñas a no abandonar algo que requiere cada vez más inversión y menos ganancia. No se cuanto más soporte así.
Al respecto tampoco abonaré más detalles.
Líneas arriba mencioné que busco pasar poco tiempo en donde vivo. Es extensivo a mis hijos. No estoy a gusto con ellos aqui. No tengo autoridad que me permita darles educación esencial. Tratamos de distraernos en otros lados.
El breve rato que pasamos juntos se ve aún más reducido debido a que tengo deberes durante gran parte del sábado. Responsabilidades que me orillan a buscar quién me apoye con sus cuidados. Esa particularidad (estoy a punto de descubrirlo) podria co$tarme el dinero que gane durante las seis horas que trabaje. Solo me queda levantar los hombros, ¿Cierto?
Dos cosas me molestan sobremanera:
1. La gente que supera la adversidad y expone su historia a manera de empujón motivacional.
2. La gente que te dice que sigas el ejemplo de los mencionados en el punto anterior.
Entre los primeros, hay algunos contra los que no tengo nada. Admiración a caso. Entre ellos, dos héroes: Bill Watterson y Stephen King.
Uno abandonó su horrendo empleo haciendo publicidad que odiaba para volverse caricaturista. El otro se convenció de ser un escritor promedio que viviría con los lujos que muchos actores de Hollywood sólo soñarían.
Ninguno de ellos pavonea su éxito. No al menos a manera de "motivational speech".
Aquellos que se atrevan a utilizar sus vidas de éxito para señalar cómo también podría labrar mi propio camino al bienestar, me dan náuseas. Incluso se ponen de ejemplo: "yo dejé todo lo que tenia porque quise ser feliz". Pinche filosofía de Alquimista de Cohelo (o como se escriba).
Volviendo a lo de "momento de claridad". Es ésto. Me entumo con mi día a día. Con una que otra cerveza en fiestas. Con distractores en forma de Stendhal, Hemingway o Cortázar. Con las horas que me acompañan mis hijos. Con no mirar mis deudas.
Dinero.
Es el dinero lo que más me inquieta. Es la falta de tal lo que me irrita. Es la aparente facildad de conseguirlo y no obtenerlo lo que me deprime.
A cerca dela depresión. No tengo puta idea de lo largo que es ese brazo escamoso con garras que aprietan el corazón y podrían tomar una vida sin avisar.
Sé lo que se siente no ver la salida y he visto cuánto se abren los ojos de la persona a quién le confías que a veces quisieras acelerar y salir con todo y auto por el borde de algún puente. No es la solución, dicen. Vamos a bscar una alternativa, insisten. Yo te ayudo, espetan.
A lo cual pienso en forma inversa:
1. Me ayudan. Pero tal ánimo se difumina con el tiempo.
2. Las alternativas, es decir, los negocios informales, no son mi hit. No pegan. No dejan. No sale.
3. Aparentemente sí es la solución. Si me mato simulando un accidente y en mi cuerpo no hallan alcohol ni drogas (como si tuviera para vicios) podrian darle una indemnización a mi familia. Es como si valiera más muerto que vivo.
Antes había mencionado el miedo. Si no fuera tan cobarde, ya le hubiera puesto fin a todo hace tiempo.
Si nada extraordinario sucede, pasarán los años y mis hijos deberán agradecer, no a mí insistencia por conseguir algo mejor, sino a mis pocos huevos por no aventarme de un puente y evitarles un futuro de mediocridad.
Al menos su padre estará ahí para decirles cosas como "me siento orgulloso", o "¡Seré abuelo!". Al menos estaré.
¿Pero qué parte de mí les acompañará?
En enero murió un gran pedazo de Adrián.
Se llevó mi confianza en la gente y mi capacidad de hallar belleza en lo simple.
Dejó un residuo de inseguridades y temores. Mismos que levantan la mano cada vez que me hallo solo. Y solo me he sentido desde entonces.
Dos razones para escribir esto desde un rincón:
1. Aquí estoy a salvó. Nadie me lee. Pero debo externarlo. Debo leer esto a diario y convencerme que soy un espectro entre mortales. Y, aún si alguien lo leyera, puedo desestimarlo fácilmente diciendo que estaba tomado o algo parecido. Sirve que disculpa mi horrenda sintaxis.
2. Ya no quiero decirle a nadie en persona que no estoy bien. Solo puedo imaginar el fastidio que representa para cualquiera el tener que fumarse los problemas de otro.
Estoy a salvo: carezco de valor.

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Clever girl

¡Jurassic Park es mi Star Wars! Esta es la frase que he utilizado no en pocas ocasiones cuando intento defender un punto desde el fanatismo....