viernes, 14 de diciembre de 2018

Hey, todo lo que sigue es una gran mentira.

Voy a aparentar no sólo que alguien lee ésto,
sino que también lo hace una persona que me importe.

No lo tomes a mal. Pero no tiene sentido, ¿sabes? Nada lo tiene.
No hallo el sabor en las cosas; desde el simple "...ok, amareto está bien ya que no tiene crema irlandesa, señorita" en el capuchino que estoy pagando -dejando expuesta la primera de mis fallas: el eterno conformismo- hasta el no aguantar verme en la posición que me encuentro.
Podría hacerte una descripción detallada cual si de una experiencia extracorporal se tratara. Lo sabes.
Detallando cómo se acumulan libros sobre libros en un rincón del cuarto donde ahora vivo, la ausencia de decoración por no sentirlo mío, mirando al techo a la espera de que alguien se sincere conmigo, me tome de la solapa y diga, "hey, ¿te das cuenta cómo te manipulamos?" en un loop que inició el día que me bautizaron.
Tal es el la profundidad de mi pantano, que el mínimo intento de actuar por voluntad, me paraliza. Me atormento imaginando a alguien desobedeciendo su instinto y, por el contrario, ejecutar lo que le pido.
Justo ayer me entregaron los resultados de numerosos estudios pagados por mi patrón. Resulta que estoy en perfecta salud (si ignoramos mi bajo peso para los estándares en este país de marranos) y no podía sentirme más triste. Vi salir del mismo consultorio a personas con semblante triunfal en sus batallas personales contra la diabetes o la hipertensión; los soldados golpeados por una mala noticia a pesar del esfuerzo: "lo lamento, en verdad necesita cambiar más sus hábitos", etc.
No estoy diciendo que esperaba una noticia terrible, por su puesto. No estoy idiota.
Pero, hombre, este año me he excedido en diferentes renglones y no estoy pagando el precio.
Ni siquiera eso me puede distraer de este marisma en escala de grises.
Sea por esto, o por mi inevitable nihilismo, termino flagelándome no sin queja.
Una de las formas más recurrentes es dejando de tratar a las personas que nada me han hecho.
En estricto sentido: nada.
Su único error ha sido tenerme cerca. No hay explicación detallada o propósito ulterior. Estoy en el extremo opuesto del pragmatismo. Detesto despertar sabiendo que hay responsabilidades qué atacar aún cuando me he ido a dormir la noche anterior sin sentimiento alguno de urgencia por querer terminar un proyecto; un propósito, una meta, un objetivo o una maldita frase.
El próximo jueves me pondré a prueba de manera estúpida. Nuevamente sin saber cómo decir que no, quedé en un intercambio de regalos. Ya saben, diciembre al fin. Y si bien esto no hubiera significado malestar alguno en el pasado, no tolero la idea de ver a alguien con quien dejé de interactuar hace casi tres meses. Digo casi por que ayer estúpidamente envié un mensaje del cual me arrepentí en el instante mismo.
Entonces sí, Todo este texto que no tiene mayor fin que distraerme golpeando el teclado esperando que termine otra tarea paralela, va dirigido a ti.
Si de algo sirve, fui a ver a una psicóloga en este tiempo. Después fui a ver a otra cuando la primera no me gustó. Y no he vuelto a ir. Ahora me doy de topes por el dinero que me pude haber ahorrado en dos sesiones y el transporte.
No sé qué más escribir. A caso que odio estas fechas y no le veo caso a seguir contándole todo lo que me molesta a oídos que no lo piden. Que no pueden ayudar sin importar cuán preparados estén delante de su muro lleno de copias enmarcadas de diplomas por tiempos mejores.
Qué pendejada ir a terapia.
Qué pendejada pensar que hay mejora después de un cambio.
Ah, tal vez, que cada sonrisa que he entregado este año es falsa.
Que de la misma forma en que he terminado odiando jugar fútbol, estoy odiando otras cosas que antes me procuraban gozo.
Todo se va al puto carajo.

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Clever girl

¡Jurassic Park es mi Star Wars! Esta es la frase que he utilizado no en pocas ocasiones cuando intento defender un punto desde el fanatismo....