miércoles, 19 de septiembre de 2018

Todos hace un año

¿De dónde viene su inspiración?
La mía, por lo pronto, me esquiva.
Hace un año, guardando respeto a las personas que me confiaron sus anécdotas, no escribí nada al respecto. Me refiero, por su puesto, a las experiencias que recogí del sismo.
En ese entonces, como ahora, me vi incapacitado para escribir cualquier cosa. Es decir, estas palabras no cuentan. Lo que a mi me interesa es escribir relatos. Relatos originales sin importar su extensión. Supuse que escuchar las perspectivas de mis contemporáneos me daría algo de combustible para iniciar la empresa. Pero lo que hallé fue dolor disfrazado de una incredulidad ante los hechos.

No recuerdo nada del terremoto que afectó la ciudad de México en septiembre del '85. Tenía apenas dos años cumplidos.
Vivíamos en la colonia Nueva Santa María y las memorias de mis padres me resultaban tan ajenas como cualquier otra hallada en extractos de periódicos de la época.
Esta vez todo fue diferente: Si bien no me encontraba en un lugar que sufriera grandes afectaciones (sin mencionar el edificio de Lindavista que colapsó unos 500 metros de donde me hallaba) sí recibí el golpe de realidad; la sacudida inicial; el frenesí derivado de la ignorancia -el simulacro apenas dos horas antes, no fue tomado en serio por muchos- el regreso a mi concentración; correr, los niños, las llaves del coche; ¿dónde me estacioné?; ¡Fuga de gas!; corre, luego tratas de llamar por teléfono; ¡LOS NIÑOS!
Esta sacudida -física y mental- me ayudó a poner las cosas en perspectiva. Un par de meses después ocurriría la ruptura familiar. Pero en ese momento, todo era unión.
Supuse que, como en el pasado sucedió con otros aspirantes a escritores, yo podría ser cronista de los hechos. Que lo sucedido no quedara simplemente opacado por el velo que el tiempo le pone encima.
Pero no tuve el temple necesario. El dolor de otros me llegó profundamente.
¿Cómo siquiera pensar en utilizar esa información para darle un empujón a mi añejo bloqueo de escritor?
Además, al deformarlo todo en una ficción plagada de licencias literarias (o sea, mentiras) no sólo insultaría lo que me habían confiado; sino que me convertiría de facto en un buitre.
Si a caso he de realizar una historia distorsionada por este filtro, que se trate de la mía.
Intentaré mañana nuevamente para retarme una vez más a escribir un cuento en diez minutos.
Bien. Si por azar llegara a ser conocido en el futuro, ese sería uno de mis secretos: escribir una historia en diez minutos.
Lo anterior no quiere decir que sea yo tan excelso en técnica, que apenas se consuma el tiempo, haya elaborado un relato en toda forma. Es la idea la que me interesa. Si en ese breve lapso consigo plantar la semilla; reparar la redacción y darle forma de la misma manera en que se cuida a uno de esos arbolitos minuatura (¿vieron Karate Kid 3?) es la parte sencilla.
Vuelvo mañana.
(No. Aún no estoy revisando mi redacción. Así que, sí, puede haber errores.)

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Clever girl

¡Jurassic Park es mi Star Wars! Esta es la frase que he utilizado no en pocas ocasiones cuando intento defender un punto desde el fanatismo....